martes, 18 de diciembre de 2007

Carta a Eugenio Trejos


San José, Costa Rica

Montes de Oca, 17 de diciembre 2007




M.sc Eugenio Trejos
Rector Instituto Tecnológico de Costa Rica
SM

Estimado Eugenio:

La lucha contra el TLC negociado mostró una Costa Rica valiente, honesta, comprometida, generosa, patriota. De esa lucha quedan muchas enseñanzas, secuelas, estímulos y rutas. Como mínimo quedan ciudadanos y ciudadanas mucho más enterados y enteradas de los asuntos públicos independientemente de si votaron Sí o votaron No.
Hoy hay muchos más costarricenses que saben de comercio internacional, de tratados de libre comercio, de propiedad intelectual, de cual es el verdadero territorio nacional, de las políticas agrícolas en los países industrializados, de la institucionalidad, de las telecomunicaciones y los seguros, de globalización, de los debates sobre comercio en Estados Unidos, de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe.
También hay un pueblo más educado sobre las responsabilidades diversas del Poder Ejecutivo y del Legislativo en materia de tratados internacionales, sobre la calidad y el grado de independencia de los árbitros más importantes de la vida nacional, la Sala IV y el TSE, sobre las leyes que rigen procesos de votación llámese Ley del Referéndum o Código Electoral.
También hay un pueblo mejor informado sobre la idéntica posición ideológica de extrema derecha de buena parte de las cúpulas del PLN, el PUSC y el ML, sobre la capacidad de ciertos políticos de partidos unipersonales para firmar documentos contra el TLC en campaña y para apoyarlo ya al ser diputados; sobre el monto cobrado por un diputado cristiano para votar por el TLC y la disposición de la política tradicional a pagarlo por medio de la ley de presupuesto.
También hoy hay más gente que conoce, por medio del memorando Casas-Sánchez, la forma en que esa política tradicional polariza la sociedad costarricense, se burla de las leyes y de la institucionalidad, promueve la cizaña, revive la guerra fría y atemoriza a la población, con tal de maquiavélicamente lograr sus fines.
De igual manera hoy tenemos más ciudadanos conscientes de que hay un sector de la prensa que dejó de informar para dedicarse a hacer propaganda, que educa a sus periodistas para que se conviertan en propagandistas de una causa, que distorsiona la verdad, que esconde noticias importantes si no favorecen su posición y que protege a los políticos que piensan como ella.
Pero quizá lo más importante del extraordinario proceso de aprendizaje que generó la discusión sobre el TLC, es que hoy la ciudadanía sabe que su acción, su mística y su compromiso, estuvo cerca de la victoria y que por lo tanto sí es posible derrotar al egoísmo, a la injusticia, a la corrupción, a los millones de dólares y a la mentira. Hoy hay mayor confianza en la acción ciudadana y en las posibilidades de la democracia como ruta para construir el país que una buena parte del pueblo viene buscando desde hace algún tiempo. Hoy más costarricenses comprenden que la democracia es la ruta, no debido a las instituciones de las que depende la calidad de los procesos democráticos tales como el TSE o la prensa, sino a pesar de ellas.
Todo este conocimiento, este proceso educativo y esta nueva ciudadanía, fue posible porque un sector de costarricenses fue capaz de tratar el tema sin ningún cálculo político y sin tomar en cuenta encuestas de opinión, sino simplemente consciente del enorme impacto del TLC en el futuro del país. Ese sector, muy pequeño al inicio, fue capaz de obligar a la discusión nacional, cuando lo que buscaban las cúpulas que negociaron y promueven el TLC era que se aprobara sin democracia, a la carrera y a escondidas, como ocurrió en Centro América. Por ello, desde antes de que se iniciaran las negociaciones, atacaron a quién se atreviera a hacer una mera pregunta sobre los contenidos del TLC. Su objetivo desde los albores era violar la democracia y el derecho de los pueblos a construir y a opinar sobre su destino.
En toda esa lucha usted jugó un papel pivotal. Desde antes de la exitosa marcha del 26 de febrero del 2007, sin ningún temor, usted puso sus conocimientos al servicio de esta causa. En los preparativos para esa marcha, en una reunión en la Universidad Nacional, se formalizó su coordinación del movimiento contra el TLC. Usted asumió su tarea con dedicación, entrega y honradez y tuvo la capacidad para evitar la división del movimiento a pesar de tanta diversidad y tantas opiniones no sólo sobre aspectos ideológicos, sino sobre métodos y procedimientos.
Es muy fácil transitar por la vida haciendo proclamas y predicando sobre como debe ser el mundo, sin perder nada a cambio para lograrlo. Mucha gente que nunca pierde nada, ni arriesga nada, se dedica cínicamente a dudar y a criticar el comportamiento de los que toman riesgos y se sacrifican por sus principios y convicciones. La verdadera prueba de fuego sobre las convicciones, se da cuando una persona está dispuesta a perder algo importante con tal de mantenerlas y defenderlas.
Usted puso en riesgo no sólo su prestigio en la sociedad costarricense ganado por medio de una sólida carrera académica y numerosos aportes intelectuales, sino su reelección a la rectoría del Instituto Tecnológico. Claro en su compromiso con Costa Rica y consciente del momento crucial para el país, usted demostró con creces la solidez de sus principios. La hora crucial vivida por el país no la observó desde el pedestal erigido por usted mismo con su esfuerzo y capacidad, sino que la vivió a la par de la gente construyendo Patria, ciudadanía y posibilidades de derrotar al TLC.
Además de sus valiosos aportes a la discusión, usted sirvió de rostro al movimiento. Ello le hizo más difícil a la escuela del memorando Casas-Sánchez, desacreditar el movimiento del NO. El pérfido macartismo y los cínicos argumentos ad hominen, utilizados para acusar de comunistas o de oportunistas electoreros a quienes nos oponemos al TLC, encontraron un formidable obstáculo en su liderazgo en nuestra lucha. Con valentía y convicción usted no se amilanó cuando intentaron desacreditarlo adjudicándole motivaciones políticas.
Quizá no compartamos todas sus declaraciones ni todas sus decisiones. Como seres humanos todos cometemos errores. En todo caso, si en algunas circunstancias, al calor del momento y los acontecimientos, hizo afirmaciones que podrían estar equivocadas, ellas palidecen en número y gravedad ante las aberraciones y mentiras que salieron del Presidente de la República. Este afirmó, que “era más difícil renegociar el TLC que cambiar los diez mandamientos” y que sin TLC “nos llevaría el diablo” y nos “convertiríamos en la Albania de América Latina”. Presagió “un suicidio colectivo” si no se aprobaba y afirmó, al mejor estilo de la política tradicional, que si lo hacíamos, “los trabajadores que iban a trabajar en bicicleta lo harían en motocicleta BMW”.
Hoy, al acercarse el fin de este año tan duro para nuestra lucha por recobrar un país solidario, pero tan hermoso por sus enseñanzas y por la profundización del desarrollo de ciudadanía, considero justo agradecerle y felicitarle por su gesta. En mi condición de un habitante más de esta querida Patria, creo que es mi deber expresarle este reconocimiento. Creo que debe sentirse parte de la historia, de una historia que no ha concluido y que continuará requiriendo del protagonismo de la gente sana, honesta y patriota, para que Costa Rica camine por los senderos de la paz y del Bien Común.
Aprovecho para desearle a usted y a su familia, unas felices navidades y un exitoso año 2008.

Atentamente,



Ottón Solís

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